Una mitad de mi sangre
Antes de empezar voy a aclarar que este no será un post "pum para arriba". No. Más bien todo lo contrario. Pero bueno, no todo es glamour (?) en la vida de Mildisculpas.
Quiero contar que en la familia de mi papá eran muchos hermanos, tantos como siete. Todos varones, sólo una mujer, que salvó a mi viejo de ser hombre lobo. En fin, el caso es que dos de ellos siempre fueron mis tíos preferidos. Siempre los quise mucho, desde chiquito, y extrañamente mi opinión sobre ellos no cambió con el tiempo. También es extraño que sean dos polos totalmente opuestos entre sí. Paso a describir:
Uno fue camionero y navegante. Bohemio, entrador, soñador, atorrante. Sobre todo recuerdo de él la dulzura con que me trataba cuando yo era chico. Y su tatuaje (en ese tiempo nadie lo llamaba tatoo). Tanto me gustaba que siempre decía que algún día me iba a hacer uno, aunque mi mamá quería convencerme de que esas cosas sólo se las hacían los marineros o los presos. Bueno, el tiempo me dió una mano, hoy a nadie se le ocurre tal cosa. También recuerdo sus brazos inmensos, que algún tiempo vivió en un velero, y que fumaba en pipa.
Mi otro tío era su antítesis. Pulcro, estudioso, familiero y conservador. Ingeniero, muy groso en obras fluviales, hídricas, o algo así. Intachablemente honesto y trabajador. Sus autos nunca eran 0 km, pero siempre estaban impecables, meticulosamente encerados y lustrados. Si llovía no salía de su casa.
Bueno, volvamos al 2007.
Hoy, los dos tienen sesenta y tantos. El primero, apenas sale de terapia intensiva. El tiempo le cobró sus excesos. Sigue teniendo el espíritu libre de siempre, de hecho lo tuvieron que sedar como a un caballo porque se quería escapar de la sala, aún con el corazón pendiendo de un hilo, el hígado desvastado por el alcohol, y el resto de los órganos en las mismas terribles condiciones.
El otro también está en una cama. Su cuerpo le da para más, pero su mente dijo basta de pelear contra molinos de viento. Tiene una depresión para cuatro, y todo le importa absolutamente un carajo.
Bien, ya no soy un adolescente en busca de su identidad. Tengo bastante claro quién soy, pero me es inevitable identificarme con ellos, si bien son opuestos, tengo mucho de los dos. Y por eso, también es inevitable sentir un poco de miedito, pensando en qué será de mí dentro de treinta años.
Bueno, dije que este no iba a ser un post "pum para arriba". Yo avisé.
Quiero contar que en la familia de mi papá eran muchos hermanos, tantos como siete. Todos varones, sólo una mujer, que salvó a mi viejo de ser hombre lobo. En fin, el caso es que dos de ellos siempre fueron mis tíos preferidos. Siempre los quise mucho, desde chiquito, y extrañamente mi opinión sobre ellos no cambió con el tiempo. También es extraño que sean dos polos totalmente opuestos entre sí. Paso a describir:
Uno fue camionero y navegante. Bohemio, entrador, soñador, atorrante. Sobre todo recuerdo de él la dulzura con que me trataba cuando yo era chico. Y su tatuaje (en ese tiempo nadie lo llamaba tatoo). Tanto me gustaba que siempre decía que algún día me iba a hacer uno, aunque mi mamá quería convencerme de que esas cosas sólo se las hacían los marineros o los presos. Bueno, el tiempo me dió una mano, hoy a nadie se le ocurre tal cosa. También recuerdo sus brazos inmensos, que algún tiempo vivió en un velero, y que fumaba en pipa.
Mi otro tío era su antítesis. Pulcro, estudioso, familiero y conservador. Ingeniero, muy groso en obras fluviales, hídricas, o algo así. Intachablemente honesto y trabajador. Sus autos nunca eran 0 km, pero siempre estaban impecables, meticulosamente encerados y lustrados. Si llovía no salía de su casa.
Bueno, volvamos al 2007.
Hoy, los dos tienen sesenta y tantos. El primero, apenas sale de terapia intensiva. El tiempo le cobró sus excesos. Sigue teniendo el espíritu libre de siempre, de hecho lo tuvieron que sedar como a un caballo porque se quería escapar de la sala, aún con el corazón pendiendo de un hilo, el hígado desvastado por el alcohol, y el resto de los órganos en las mismas terribles condiciones.
El otro también está en una cama. Su cuerpo le da para más, pero su mente dijo basta de pelear contra molinos de viento. Tiene una depresión para cuatro, y todo le importa absolutamente un carajo.
Bien, ya no soy un adolescente en busca de su identidad. Tengo bastante claro quién soy, pero me es inevitable identificarme con ellos, si bien son opuestos, tengo mucho de los dos. Y por eso, también es inevitable sentir un poco de miedito, pensando en qué será de mí dentro de treinta años.
Bueno, dije que este no iba a ser un post "pum para arriba". Yo avisé.
6 Comments:
Ha leído uted brave new world de aldus huxly? mi humilde opinión es que en algun futuro no tan lejano la vejez y decadencia del frágil cuerpo humano estarán tan devaluadas que a cierta edad, simplemente, nos apagarán. Lo terrible es que estaremos de acuerdo porque "no hay nada peor que ser viejo y estar mueriendose".
No le temamos al ocaso. despues de todo, quién nos quita lo bailado?
pd: la palabra no es `devaluadas´, lo se.
Sea Mildis, es inevitable a veces "compararse" con quien uno admira, pero sepa que nadie sabe qué pasará y, en todo caso, mejor ocuparse del aquí y ahora para poder tener un más llevadero después.
Me gustó mucho su post.
Saludos.
en vez de abrazarlo y decirle que iba a estar todo bien, metí un poco el dedo en la yaga.
a veces me levanto un poco mala.
:( besos y abrazos.
Muria: "Quién nos quita lo bailado". Esa es la actitud! Y vale más que diez abrazos, no se sienta mal.
S: Es cierto, nadie sabe qué pasará. Después de todo, es mejor así, no?
Saludos!
Me encantaría darte alguna respuesta de ánimo mildis, pero la verdad es que comparto tu miedo, y con las mismas raíces de ver gente querido bastante envejecida.
Ojalá se pase con los años.
saludos
Todo bien, Sara. No hace falta una respuesta de ánimo, pero igual gracias por compartir tus miedos... :S Huuyy eso sonó a grupo de autoayuda! ja
Saludos!!
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