Colgado

Oficina. 14:20 Hs. Todos mis compañeros estaban igual que yo: atacados por la modorra post almuerzo / café. Me dispuse a realizar la tarea más trivial que encontré. (No es cuestión de ponerse pensar en este estado, no vaya a suceder que dicho ejercicio me corte la digestión). La tarea en esta ocasión fue ordenar unos papeles, o algo así. Como siempre que hago este tipo de cosas, me puse un disco para dispersar mi cabeza, y mantener sólo un mínimo de neuronas activas. De esta manera disfruto de un nuevo recreo, es como si el trabajo lo estuviera haciendo otro. Mi mente se va por ahí, quién sabe dónde, junto con la música, ladeando la cabeza, quizá de ratos cantando. En eso estaba, cuando de repente me molestó un instrumento que pasaba un poco al frente, disonante, fuera de tono. Fue un segundo, no logró sacarme de mi ensueño. Volvió, y esta vez me incomodó un poco más. Logró llamar mi atención concientemente, alejarme de ese lugar en donde estaba. Pero tuvo que volver a sonar dos o tres veces más hasta hacerme volver a la oficina, para poder darme cuenta que tenía que atender el teléfono.